La resolución de los problemas públicos requiere en la actualidad, y dada su creciente complejidad, de la ayuda de expertos que asesoren y den soporte a los Gobiernos y a las Administraciones Públicas en la definición, elaboración, implementación y evaluación de políticas y programas públicos que den respuestas a las crecientes demandas de la ciudadanía. Esta relación entre diseño, aprobación y ejecución hace necesario realizar una evaluación que englobe estos aspectos en tanto que, desde nuestro punto de vista, no se trata únicamente de evaluar los resultados, si no todo el proceso.
En este sentido, puede definirse, la evaluación, como el proceso sistémico de observación, medida, análisis e interpretación encaminado al conocimiento de una intervención pública, sea ésta una norma, programa, plan o política pública, para alcanzar un juicio valorativo basado en evidencias, respecto de su diseño, puesta en práctica, efectos, resultados e impactos, con el objeto de comprobar, examinar y mejorar:
- Los procesos de decisión y planificación.
- El funcionamiento y la gestión de las operaciones diarias.
- Los resultados finales en relación a los recursos invertidos.
La evaluación es indispensable para el análisis, por cuanto la primera suministra información de base, necesaria para el segundo. A veces tienden a confundirse estos dos conceptos, cuya diferencia fundamental estriba en que la evaluación es más descriptiva que el análisis, ya que al demostrar qué fue lo que sucedió, incluye necesariamente una visión retrospectiva. El análisis en cambio, va más allá, y a partir de la evaluación, intenta explicar porqué se dieron los hechos en tal o cual sentido. En términos generales, es posible aseverar que se evalúa fundamentalmente para proceder al análisis. En consecuencia, cuando se analiza una política pública –además de tener en cuenta los distintos momentos que saca a flote la evaluación– es necesario, también, observar cuáles son los principales y más destacados principios rectores, aquellos factores directivos y los elementos regentes más importantes que inciden permanentemente sobre ella.
De este modo, se entiende que la evaluación de las políticas tiene una finalidad eminentemente práctica que se traduce en la búsqueda de varios propósitos:
- Ilustración, comprensión: Ilustrar, aclarar, dar luz, comprender qué está pasando y cómo funciona el programa. La evaluación suele producir un cambio, dota de nuevos significado sobre la realidad del programa y de su intervención.
- Retroalimentación o mejora: Es una manera de recibir “feedback” sobre las acciones, intervenciones o programas que se llevan a cabo, un modo de mejorar y progresar. La evaluación puede ser un proceso de aprendizaje de la propia intervención.
- El control de responsabilidades y rendimiento de cuentas: “Rendir cuentas” en la acepción más flexible del término, no se restringe exclusivamente a los aspectos económicos, sino también a la responsabilidad social y política, especialmente si las actividades llevadas a cabo se financian con fondos públicos, ya que el contribuyente tiene derecho a saber en qué y cómo se está empleando el dinero público.
Por ello, en geYdes, pensamos que existen muchas razones para la evaluación de políticas públicas, entre las que podemos destacar:
- Los procesos sociales sobre los que se quiere influir se conocen sólo parcialmente.
- La información es imperfecta: base de la definición de problemas y elección de alternativas.
- Condicionamientos políticos= búsqueda de consenso y soluciones de compromiso.
- Desviación de objetivos (Ej., conocimientos y habilidades de la organización).
- Impactos imprevistos de las políticas.
En definitiva, el análisis de políticas públicas es una metodología para formular problemas con la finalidad de buscar soluciones y que incorpora cinco procedimientos generales: estructuración de problemas, pronóstico, recomendación, monitoreo y evaluación. De manera tal, que la evaluación forma parte integral del proceso de análisis de políticas públicas. De ahí que se considere el análisis de políticas públicas como un proceso cíclico que comprende la definición del problema, la elección de políticas, el monitoreo o evaluación de los resultados de esas políticas y la redefinición del problema.
A su vez, para elaborar una política pública, se recurre a un “análisis de políticas públicas” como parte del estudio necesario para su formulación e implementación, lo cual, representa más un arte que una ciencia propiamente dicha, porque –dentro de este concepto– el ámbito de la política pública es meramente práctica y repetitiva.